Las encontramos mayormente en los cereales integrales, como en la avena, salvado de trigo, centeno y el arroz integral, también en las legumbres como la soja, guisantes y las habas. En las frutas como la ciruela, naranja, pomelo, frutillas y en las verduras y hortalizas como la espinaca, calabazas, hojas verdes, pepinos y remolachas.
Su mecanismo de acción es actuar disminuyendo el colesterol y con esto actúa directamente disminuyendo el riesgo de sufrir accidentes cardiovasculares.
A nivel intestinal ayuda al efecto propulsor de la materia fecal, y no solo actúa propulsionando sino modificando la consistencia de las heces para facilitar su eliminación.
También se encargan de inhibir a las bacterias patógenas que se empeñan en descomponer la flora intestinal por medio de las bacterias beneficiosas que las neutralizan. Con esto se garantiza un intestino sano, sin flatulencias, hinchazónes abdominales o cólicos que se agravan con una mala alimentación, alcoholismo, tabaquismo y el estrés cotidiano.
Toda comida que se excede en azucares o almidones y sea pobre en fibra genera lo siguiente:
A nivel del torrente sanguíneo se generan picos altos de glucosa que no se mantienen por largo tiempo en ausencia de las fibras las cuales ayudan a que el metabolismo de los hidratos de carbono sea más lento. A falta de esto se van generando las ganas de volver a comer de la misma forma pero en mayor cantidad, es ahí donde empieza el picoteo que nunca llega a saciar y el cual con el tiempo se vuelve una costumbre difícil de detener.
Si se mantiene este hábito de alimentación el cuerpo con el tiempo a parte de generar reservas de glucosa pierde la efectividad del trabajo de la insulina creando una resistencia de la misma.
A consecuencia se genera un menor aporte de glucosa para las células esto significará menor energía para nuestro organismo, mayor conversión de glucosa a grasa por parte del hígado, metabolismo más lento, mayor ganancia de peso y mayor cansancio en las tareas cotidianas.
Las fuentes, beneficios y los efectos secundarios de la falta de fibra alimentaria son claros. Demos el primer paso y empezemos temprano a adquirir hábitos alimentarios sanos garantizando un plan de alimentación completo que cumpla con las 4 leyes fundamentales de la alimentación que son la cantidad, la calidad, la armonía y la adecuación de nuestra alimentación para cada etapa de la vida.
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