Bocados pequeños, errores GRANDES

08.05.2013 06:00

 

Bocados antes y después de las comidas pueden ser la bomba detonante de un futuro sobrepeso u obesidad a causa de  una continua carga y deposito de ahorro de grasas y azucares.

Como es de costumbre en muchas ocasiones las mesas se visten de  bocaditos como los snacks para entradas a platos principales  y seguidos de estos bocados dulces altos en contenido graso. El error no ocurre en recurrir a estos aperitivos o postrecitos en forma moderada, ocurre cuando el consumo se vuelve excesivo de tal forma que ya no sentimos ni el hambre ni la saciedad.  

Analizando las costumbres que llevamos a la mesa en muchas ocaciones el tiempo en que esperamos para empezar a comer y el cual pasamos sobre la mesa después de haber comido es un tiempo utilizado para el picoteo de estos bocados que en la mayoria de los casos son pequeñas bombitas de azucares y grasas.

Lo que causan estos alimentos y su consumo en forma desmedida es la inhibición de la sensación de estar satisfechos y por otro lado cuando son consumidos antes de las comidas en este caso los bocados salados ayudan a potenciar el sabor  al paladar a comer más ya que se caracterizan por ser alimentos muy salados y estimulantes del apetito.

El porqué de esta detonación se debe a nuestra regulación interna que experimentamos con la ingesta de alimentos la cual se considera  un proceso neurobiológico que se ve muy influenciado por los factores externos a pesar de los factores internos que regulan el hambre según la necesidad de cada individuo. Lo concreto es que si nos exponemos a una variedad  de bocados sabrosos de alto contenido de grasas y azúcares  se alteran directamente nuestras señales de hambre y saciedad. Por ende comemos sin parar y para colmo los bocados menos indicados.

Nuestras  señales de hambre y saciedad se manejan por estímulos hormonales generados  en el cerebro y en los órganos del aparato digestivo y tejido adiposo. Cuando el cuerpo empieza a tener hambre es señal que ya han transcurrido varias horas sin una reposición de energías del gasto energético por lo cual el cuerpo pide energías a través de la sensación de hambre. Este mecanismo de regulación de hambre muchas veces no funciona tal cual cuando el organismo se ve influenciado por las regulaciones externas las cuales pueden llegar a predominar el hambre con la consecuente acción  de perder el control de comer sin tener hambre y es ahí cuando empezamos a acumular los gramos de los malos hábitos y la buena vida.

Factores externos que predominan sobre el hambre y la saciedad

La variedad de aromas  y texturas que puede reflejar un alimento lo cual directamente no genera hambre sino antojos a saborear tal alimento; como por ejemplo el aroma a carne asada, a pan fresco , los famosos churros fritos  y las paloimtas de maíz que inundan las salas de cines.

Estar rodeado de un buffet de comidas y de postres

Estar simplemente sentado en la mesa frente a bocados ricos en grasa y azucares como los bombones, las tortas y los postres. Nadie se aguanta o se niega a probar bocado de algo que tiene frente a sus ojos por mucho tiempo.

¿Porqué nos gusta comer más lo graso y azucarado?

¿ Alguna  vez se preguntaron porque podemos comer sin parar más de una porción de torta o medialunas y nunca se nos apetece comer dos porciones de frutas sin parar? El porqué de esta sensación de querer más es porque a nivel de saciedad la presencia de comidas grasosas perturban la señal de hambre y saciedad. El cuerpo directamente ya no identifica estas dos sensaciones y la secreción de péptidos reguladores del hambre se va alterando dando un  resultado final que se traduce en un aumento por los antojos del alimento graso. 

Cuando la costumbre se adapta

Cuando las costumbres alimentarias se vuelven un hábito el cuerpo empieza a adaptarse a los malos hábitos y esto es aun peor porque no nos damos cuenta a tiempo. Cuando nos sentamos a la mesa y comemos sin limitarnos de las porciones  o comemos de manera compulsiva grandes cantidades es cuando el cuerpo ya se ha adaptado. Si llegamos a esta situación lo único que ganamos es la inhibición de saciarnos y la activación de un sistema interno de recompensa el cual induce al cuerpo a comer alimentos ricos en energía de manera excesiva. Otros estudios llaman a esta conducta el fenómeno de resistencia, el mismo se refiere a que el cuerpo sufre un deterioro en dar señales de saciedad por ende no paramos de comer. 

El pequeño y gran error

Lo llamo así porque con pequeñas comidas cometemos grandes y graves errores al ponerlos en la mesa. Llenar la mesa con opciones de bocados altamente grasosos de todos los colores y sabores solo atenta contra el poder de abstenerse a probar un poco de cada uno. Lo ideal si vamos a optar por un postre es servirlo en porciones individuales y disponerlos en la mesa para cada comensal.

Asi mismo si vamos a optar por bocados  muy salados como los snacks lo ideal es servir pequeñas porciones considerando la cantidad de comensales que tenemos. La idea es aperitar no llenarse de calorías y anular la sensación de saciedad.

Es importante  poder detectar a tiempo estos pequeños errores que pueden llegar a adaptarse a nuestra alimentación y terminar  con los consecuentes kilos de más. Optemos por soluciones e ideas más sanas.Empecemos a educarnos en nuestra propia mesa solo así podremos gozar de un cuerpo sano sin excesos y en  completo equilibrio y bienestar.

 

Lic. Daniela Moreno

AUSPICIAN

 

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